Entendemos que si los pequeños y pequeñas no son aseados en esos casos se está vulnerando sus derechos a desarrollar una actividad educativa en condiciones adecuadas de higiene.
Como madres y padres de la escuela pública, en alguna ocasión nos hemos visto obligados a acudir al centro educativo de nuestros hijos e hijas en la etapa infantil para cambiarlos de ropa cuando no han controlado sus esfínteres o han vomitado.
Esto, que se ha convertido desafortunadamente en una situación cotidiana para las familias, supone sobre todo para los alumnos y alumnas de infantil un momento de desamparo y desprotección que sufren desde que están mojados o sucios hasta que acudimos al centro y son aseados.
Para la Confederación Gonzalo Anaya, la enseñanza pública debe garantizar el bienestar de nuestros hijos e hijas en todas las etapas educativas durante la permanencia en el centro, y entendemos que esta problemática, que se produce de manera diaria en los colegios de toda la comunidad, no cubre la asistencia básica que deben tener los pequeños. Queremos hacer visible esta problemática que ya hemos reivindicado en varias ocasiones y que, sin embargo, sigue sin estar resuelta por parte de la instituciones públicas. En la mayoría de casos, son las familias las que acuden al centro para resolver el problema.
Exigimos que la Administración contrate más personal, auxiliares, educadores, para que los escolares estén debidamente atendidos dentro del centro cuando no controlen sus esfínteres. Entendemos que no se respeta la dignidad de los pequeños cuando éstos permanecen mojados o sucios hasta que el padre o la madre llega al centro para cambiarlos de ropa. Entendemos que el profesor/a responsable de la clase no deba desatender al aula en ningún caso y que asear a un alumno puede suponer no prestar atención al resto, pero reivindicamos que en el centro haya una persona de apoyo para realizar estas tareas. Para ello, los centros necesitan disponer de más recursos en personal, auxiliares de educación infantil o educadores para realizar estas tareas. En la mayoría de centros públicos de infantil y primaria somos las familias las que debemos solucionar el problema, lo que supone en muchos casos, abandonar el puesto de trabajo, hacer largos desplazamientos con o sin transporte disponible, o llegar al centro cuando ha transcurrido demasiado tiempo. Hasta que no llegan los progenitores, los pequeños están en clase o en el patio apartados de sus compañeros, sucios y con la ropa mojada, una situación no solo antihigiénica, sino sobre todo poco moral.
Si tenemos en cuenta además, que durante la etapa infantil, los niños y niñas van desarrollando su personalidad y sus hábitos de control corporal, las consecuencias a nivel psicológico, de autoestima, autonomía…son más graves.
Entendemos que las administraciones públicas deben ofrecer a los ciudadanos unos servicios mínimos que garanticen nuestro bienestar y un óptimo desarrollo en todas las etapas de nuestra vida, sobre todo en los más vulnerables, en este caso los niños y niñas de educación infantil.
Repercusión en prensa